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Dos horas con Jesús Hilario Tundidor, autor de «Tetraedro»

por ACESCRITORES

© MANUEL QUIROGA CLÉRIGO

Jesús Hilario Tundidor, poeta zamorano nacido el 22 de junio de 1935 y casado el 13 de Enero de 1961 con María Rosario Silva, me recibe, a mediodía del viernes 25 de abril de 2019, en su casa de la Ronda de Segovia de Madrid, cerca de la Puerta de Toledo. Recuerdo que, cuando le conocí a primeros de Octubre de 1974 en Salamanca, leyendo nuestros poemas en el Aula Fray Luis de León y en el Aula Salinas de la Universidad, vivía en Zamora en la calle de Santa María y llevaba un sombrero de ala ancha.

Me recibe con dos muletas y su perrito zascandileante. El perro es la mascota del poeta y de su esposa Charo. Las muletas las precisa porque el día anterior ha sufrido una aparatosa caída en su propio hogar, a consecuencia de lo cual muestra una gran herida en el brazo izquierdo.

Nos sentamos en su literario despacho y me dice: «Dame cinco duros y llévate ese libro».
Al final el amigo Tundidor me rebaja o anula el precio y me regala el libro, y además me lo dedica, resultando ser una preciosa publicación en piel, color rojo, en edición no venal, de la Junta de Castilla y León (Consejería de Cultura y Turismo/Fundación Jorge Guillén). Es un obsequio que aprecio muchísimo, primero por reunir los versos de Tetraedro del año 1978, segundo porque es de alabar que las comunidades autónomas se ocupen de la poesía y no solo pugnen por dotar premios de poesía o de otros géneros que, gracias a la intervención nefasta de jerifaltes de la cultura al estilo falangista con el apoyo de editores y otros personajes bien conocidos, son otorgados mediante el sistema no de plica sino del amiguismo, la recomendación o el concordato civil entre determinados benefactores de autores del nihilismo, lo cual sirve de poco seguir denunciando, aunque lo sigamos denunciando y lo haremos en cualquier escenario.

Ya entramos en materia. Y en ese momento es cuando Tundidor me dice que él no envío su libro “Junto a mi silencio” a concursar en el Premio Adonáis 1962. “Fueron Charo y Pedro sin decirme nada”. Suponemos que se refiere a Pedro Hilario Silva quien, precisamente en el libro regalado, dejó escritas unas interesantes notas sobre la obra de nuestro autor: “La vida de Jesús Hilario Tundidor se ha edificado en inmensas ediciones vitales ante la realidad y el mundo, la participación en la vida misma y la subjetividad de su pensamiento, siempre en planos líricos de verdadera poesía compartida”.

Mi visita a Tundidor obedece al deseo de un buen editor, no comerciante, que pretende publicar en una revista que él mismo sufraga y regala a sus amigos, (cosa bien rara en este mundo mercantilista y asqueroso), un par de poemas inéditos del amigo Tundidor y que pretendo ayudar a imprimir puesto que el ratón de su ordenata va por libre y no nos deja escribir los versos del creador zamorano. Al final lo resolvemos copiando uno de ellos en la memoria de mi pequeña Canon Ixus 160, que suelo llevar conmigo como otros llevan el paquete de cigarrillos o el periódico “Marca”, culmen de la cultura nacional. El otro poema al fin lo copio a mano, exactamente como desea el poeta, en mi libreta de bolsillo. Ambos poemas ya están en manos del magnánimo editor, con el cual y con otro creador y sociólogo, estamos preparando además una serie de homenajes a poetas y creadores de cierta edad cuyo primer homenajeado es, precisamente, Tundidor. Acto que tendrá lugar el sábado 1º de Junio en la famosa Taberna El Alambique de Madrid. Que todo hay que decirlo.

Ya tenemos en las manos Tetraedro, con una bonita dedicatoria, y el autor me recuerda que el libro fue publicado por la Editorial Anthropos/Ámbito Literario en  1978 en Barcelona. Ámbito Literario fue una editorial creada por el traductor y también creador y poeta Víctor Pozanco, que llego a publicar decenas de títulos, creó el movimiento del Resurgimiento, del que hizo dos interesantes antologías, y posteriormente la vendió a Anthopos, Editorial del Hombre, que no liquidó ningún derecho de autor a los titulares de las obras. Varios títulos de la literatura universal fueron vertidos a nuestro idioma por Pozanco de John Donne, Charles Dickens, Samuel Beckett, Anthony Burgess (el autor de La naranja mecánica), James Joyce, Margaret Atwood y los títulos que valieron a Nadine Gordimer el Premio Nobel de Literatura.

La vida de Jesús Hilario Tundidor a quien se le concedió el Premio Castilla y León de las Letras en 2013 ha girado en torno a la enseñanza y recuerda su emoción al ir viendo las diversas ediciones de sus versos: Las hoces y los días, publicado por la Editora Nacional cuando, en 1966 era una editorial potente que sólo editaba a autores importantes, el libro En voz baja, que obtuvo el Premio Álamo de Salamanca en 1969, de la mano del inquieto José Ledesma Criado, Pasiono que seleccionó la Institución Fray Bernardino de Sahagún del CSIC, libros de la que él considera su primera época. De la segunda destacamos: Libro de amor para Salónica (Diputación de Zamora 1980), Repaso de un tiempo inmóvil en la Colección Esquío, 1982, Mausoleo que Juan Pastor incluyo en su colección Devenir en 1988, Construcción de la rosa (Libertarias/Prodhufi, 1990), Tejedora de azar en la Fundación Jorge Guillen, 1995, Las llaves del reino (Hiperión 2000), Sendas en edición bilingüe Colección Tierra-Terres, Cléry-Saint-André Paris, 2007 y Fue (“Cálamo”, Palencia 2008). La serie de premios, distinciones, traducciones, antología impresiones en revistas y libros colectivos es importante como también lo es su comparecen en encuentros, congresos, tertulias, conferencias y manifestaciones culturales diversas y la dedicación a su obra por parte de autores como Gonzalo Santonja, Jaime Siles, Gabriele Morelli, José María Balcells, etcétera. Casi terminado el tiempo reglamentario de visita paso al salón y allí mismo, o de camino, voy re-conociendo fotografías de tiempos idos con poetas, amigos, hijos, esposa. En alguna de ellas advierto imágenes cuantiosas como las de Luis Felipe Vivanco, Gerardo Diego, Luis Jiménez Martos, Claudio Rodríguez, algunas féminas que no llegué a conocer, el poeta de Priego de Cuenca Diego Jesús Jiménez, del que en su antología poética Escombros de la luz (Fundación Centro de Poesía José Hierro, 2010) leemos: “Toda existencia anida en el espejo/de su propia mirada”.

Como ha vuelto Charo de pasear al perrito y se hace tarde sólo nos queda recordar la cita para la reunión-homenaje y leer un poema del precioso libro que me llevo gratis con agradecida dedicatoria. El poema final de “Tetraedro” se titula “Serena luz vacía (II)” y de él nos quedamos con una preciosa estrofa:

“Árbol de la verdad: cierra
tus ramas. Si el sol así esplendiese
no día, sino puro
pensar fuera
el diluyente albor de la alegría”.

Surgen entre los recuerdos las figuras de Gerardo Diego al que acompañaba en sus paseos por Salamanca, las de Pilar y José Ledesma, Luis Rosales, Alfredo Pérez Alencart, Leopoldo de Luís, Carmen Conde. Otros días en León, en Zamora, la poesía envolviendo la poesía. Eso siempre.

Majadahonda, 1º de Mayo de 2019. Día del Trabajo.

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